Marcela Gómez Zalce
• El EPR y la caja de Pandora
• Decisiones y... acciones
Las verdades, mi estimado, no deben tener complejos. La muerte de estudiantes de la UNAM en el inédito ataque de la dupla colombiana norteamericana en territorio ecuatoriano para darle flit a un campamento de las FARC desatando los demonios diplomáticos, consolida la vieja conjetura de que se desarrollan simpáticas tenebras dentro de la máxima casa de estudios sin ser sorpresa para los órganos de inteligencia mexicanos que hace algunas lunas siguen la huella a la revoltosa guerrilla en nuestro país, aunque, of course, sin mucho éxito. ¿Por qué el inaudito optimismo? Sencillo.
Si el gobierno de Felipe Calderón aún debe sugestivas respuestas —que las tiene— alrededor de los dos desaparecidos del EPR, sabiendo de antemano que entregar esa ficha abriría el 2006 de la caja de Pandora tricolor electoral, el asunto de las FARCS y sus divertidas operaciones en México estará fuera de su radar hasta que, as usual, reciba información de nuestros vecinos (y aliados) que no se sonrojaron al saberse de sus huellas en la operación quirúrgica militar de Ecuador.
Y ese detalle, my friend, debería ser suficiente como para reflexionar (un nanosecond) cuáles serán las razones estadunidenses de fondo (porque de formas, ni hablamos) que desencadenan las acciones en su tablero de desperate measures. ¿Me sigue?
Sobre todo cuando aquí últimamente la cuestión de la reforma energética ha tomado ciertos caminos torcidos —teniendo una de sus confluencias más peligrosas con la reciente ponchada de los flotis del chico superpoderoso Juan Camilo mientras nadaba desparpajado en la parte profunda del mar de Baja Sur ocasionando su naufragio político— y puntos indiscutibles de no retorno.
La maravillosa crisis desencadenada por el poder de la firma de Bucareli en contratos con Pemex y que, para el Gymboree presidencial después de una semana infernal quedó atrás gracias al arreglón con la otra dupla, Manlio Fabio y Emilio, quienes le dieron respiración artificial y aire tóxico a los nuevos flotis de Mouriño, está lejos de ser un pequeño sinsabor en el camino.
La distinguida entrevista en prime time de Televisa para explicarles a... las amas de casa (porque al pueblo de México ni lo conozco, joder) que sí fue su firma, que sí fue legal y que es absolutamente ético lo que hizo siendo un funcionario público, mi estimado, es el banderazo de salida de la impunidad y la ratería para que el año de Hidalgo sea el himno azul del sexenio.
El secretario de Gobernación junto al inquilino de Los Pinos (y de fondo la voz melodiosa del líder del PAN), que estuvo al tanto de las traviesas firmas, acreditan el tráfico de influencias para ayudar los negocios familiares, faltaba más. De paso derrumban tanto ilusorio discurso de legalidad y transparencia.
El ejemplo de la nueva clase política mexicana (Germán dixit) y su descarada invitación para formar parte del selecto club de los pasados de transa para aprovechar el cargo y, sacrificándose por la patria, multipliquen los negocios propios, my friend, es la foto perfecta de las manos limpias de Calderón.
Chingón.
Y ya con esto el aprieto desatado por aquellos interesados en que México no salga adelante es una ocurrente anécdota.
Así que al mal paso energético darle prisa con todo y tesoros profundos, coño.
Y como Felipe no le va a dar cuello a Juan Camilo, quien sigue regalando estupideces como la de estar dispuesto a atender cualquier requerimiento, información y diligencia institucional (¿?) para aclarar el tráfico de influencias en beneficio de empresas familiares develando el lapsus imbecilus en tomar cartas en el asunto, los lazos de la famiglia Calderón-Fox, Mouriño-Sahagún son impunemente oficiales.
La ingenua preguntita (es lunes) sería: ¿entonces, a título de qué tanto nerviosismo y pasmo entre estos disfuncionales?
Porque contra viento y marea, my friend, la reforma energética tiene que salir.
It’s beyond their control.
El compromiso de Felipe es ineludible. No hay excusa, justificación, disculpa, coartada o escapatoria posible. Es estratégico para los intereses geopolíticos internacionales que presionan al límite. Ahora o nunca. Y todos lo saben, lo que vuelve este asunto bastante más cardiaco que la grotesca vulgaridad legislativa, azul y tricolor —con su dosis amarilla— detrás de simpáticas bambalinas.
El original quid, my friend, se localiza en el epicentro de esos poderosos intereses —donde hay guerra abierta por nuestros energéticos— con su toma de decisiones, y acciones, en caso de un fracaso....
Si el gobierno de Felipe Calderón aún debe sugestivas respuestas —que las tiene— alrededor de los dos desaparecidos del EPR, sabiendo de antemano que entregar esa ficha abriría el 2006 de la caja de Pandora tricolor electoral, el asunto de las FARCS y sus divertidas operaciones en México estará fuera de su radar hasta que, as usual, reciba información de nuestros vecinos (y aliados) que no se sonrojaron al saberse de sus huellas en la operación quirúrgica militar de Ecuador.
Y ese detalle, my friend, debería ser suficiente como para reflexionar (un nanosecond) cuáles serán las razones estadunidenses de fondo (porque de formas, ni hablamos) que desencadenan las acciones en su tablero de desperate measures. ¿Me sigue?
Sobre todo cuando aquí últimamente la cuestión de la reforma energética ha tomado ciertos caminos torcidos —teniendo una de sus confluencias más peligrosas con la reciente ponchada de los flotis del chico superpoderoso Juan Camilo mientras nadaba desparpajado en la parte profunda del mar de Baja Sur ocasionando su naufragio político— y puntos indiscutibles de no retorno.
La maravillosa crisis desencadenada por el poder de la firma de Bucareli en contratos con Pemex y que, para el Gymboree presidencial después de una semana infernal quedó atrás gracias al arreglón con la otra dupla, Manlio Fabio y Emilio, quienes le dieron respiración artificial y aire tóxico a los nuevos flotis de Mouriño, está lejos de ser un pequeño sinsabor en el camino.
La distinguida entrevista en prime time de Televisa para explicarles a... las amas de casa (porque al pueblo de México ni lo conozco, joder) que sí fue su firma, que sí fue legal y que es absolutamente ético lo que hizo siendo un funcionario público, mi estimado, es el banderazo de salida de la impunidad y la ratería para que el año de Hidalgo sea el himno azul del sexenio.
El secretario de Gobernación junto al inquilino de Los Pinos (y de fondo la voz melodiosa del líder del PAN), que estuvo al tanto de las traviesas firmas, acreditan el tráfico de influencias para ayudar los negocios familiares, faltaba más. De paso derrumban tanto ilusorio discurso de legalidad y transparencia.
El ejemplo de la nueva clase política mexicana (Germán dixit) y su descarada invitación para formar parte del selecto club de los pasados de transa para aprovechar el cargo y, sacrificándose por la patria, multipliquen los negocios propios, my friend, es la foto perfecta de las manos limpias de Calderón.
Chingón.
Y ya con esto el aprieto desatado por aquellos interesados en que México no salga adelante es una ocurrente anécdota.
Así que al mal paso energético darle prisa con todo y tesoros profundos, coño.
Y como Felipe no le va a dar cuello a Juan Camilo, quien sigue regalando estupideces como la de estar dispuesto a atender cualquier requerimiento, información y diligencia institucional (¿?) para aclarar el tráfico de influencias en beneficio de empresas familiares develando el lapsus imbecilus en tomar cartas en el asunto, los lazos de la famiglia Calderón-Fox, Mouriño-Sahagún son impunemente oficiales.
La ingenua preguntita (es lunes) sería: ¿entonces, a título de qué tanto nerviosismo y pasmo entre estos disfuncionales?
Porque contra viento y marea, my friend, la reforma energética tiene que salir.
It’s beyond their control.
El compromiso de Felipe es ineludible. No hay excusa, justificación, disculpa, coartada o escapatoria posible. Es estratégico para los intereses geopolíticos internacionales que presionan al límite. Ahora o nunca. Y todos lo saben, lo que vuelve este asunto bastante más cardiaco que la grotesca vulgaridad legislativa, azul y tricolor —con su dosis amarilla— detrás de simpáticas bambalinas.
El original quid, my friend, se localiza en el epicentro de esos poderosos intereses —donde hay guerra abierta por nuestros energéticos— con su toma de decisiones, y acciones, en caso de un fracaso....
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