A puerta cerrada | | | |
Marcela Gómez Zalce | |
09 octubre 2008 • ¿¡Y la austeridad, apá?! • Desmemoria colectiva Quien festeja la falsedad, mi estimado, no está lejos de agasajar el vicio. Los días de divertido nerviosismo asechan el de por sí vulnerado calderón sexenal. La jornada de pánico bursátil de ayer sigue develando que el factor confianza, certidumbre y solidez están fuera de toda consideración (y del diccionario), y mejor… ¿sálvese quien pueda? El peso alcanzaba la singular frontera de los catorce pesos (mandando a todos a la lámpara sideral) gracias a varios factores, pero uno de ellos, my friend, que tres de las grandes empresas mexicanas compraban desesperadamente atractivas cantidades del codiciado billete verde para respaldar algunos, digamos, simpáticos compromisos hasta que el Banco de México entró a pintar una de sus ya ocurrentes maniobras y con esto estabilizar la maravillosa ola. Y dadas las estupendas circunstancias no estaría nada mal que refrescáramos la (des)memoria colectiva desempolvando esos muy atinados espots de la aceptada, admitida, reconocida y consentida (según el ife… con minúsculas) campaña sucia del Gymboree presidencial, donde mientras una extraordinaria voz en off hablaba sobre el peligro para México, se mostraba un billete de veinte pesos que se convertiría en uno de diez pesos si ganaba el travieso tabasqueño comeniños, remember…? Hoy, amable lector, se podría cambiar el ocurrente espot mostrándose un billete de un dólar afirmando que antes se podía cambiar por… por… diez pesos y hoy, con la pena, ya está en la barrera de los doce pesos y el país va viento en popa con una devaluación de cerca del 48%, y ni hablar del pinche “catarrito” que nos iba a hacer lo que el viento a Juárez, aunque oopppssss… ya salió Felipe con su cinco puntadas, perdón, puntos anticrisis aderezada con la muy ingeniosa foto de Agustín Carstens y Guillermo Ortiz sonriendo para ver si así logran recuperar la confianza perdida gracias a las estupideces y frivolidades emanadas de un gabinete de disfuncionales ante la magnitud de la crisis estadunidense. Lo relevante del anuncio de Calderón –además de demostrar lo monumentalmente equivocado de su diagnóstico en los peligrosos escenarios– es su magnífica resistencia de apretarse el cinturón en materia de gasto corriente (léase como austeridad) cuando se está llevando a millones de mexicanos a un callejón sin salidas... ni de emergencia, pues. El buen ejemplo, se sabe de sobra, no es una de las cualidades de Felipe, quien si algo ha permitido, my friend, es que cunda el mal ejemplo entre su achispado círculo íntimo al otorgarle ese cheque en blanco a su tesorito de Bucareli, Juan Camilo Mouriño… que hizo de las suyas con el poder de su firma. Si le suma el bonito dato que además el chico superp…oderoso no vive ni respira sin el certero consejo de su papi en España, Carlos, a quien llama antes de hacer sus ejercicios de remo y caminadora, no cabe duda que the situation room en el barco de gran calado cuenta con más de un emocionado capitán ante la catastrófica adversidad. Y quizá entonces se explique tanta pendejada alegada en estos 21 meses, donde las verdades a medias duran unas cuantas horas mientras el chupremo anecdotario se llena de frases como el inédito desprecio —que da la arrogancia y prepotencia en el poder (del no poder)— a los efectos de la crisis en los Estados Unidos, la célebre goliza al narco, la colosal suma de empleos que ya esperan sobreexcitados a nuestros paisanos en su triste regreso, el famoso tesorito en las profundidades que nos sacará de jodidos, la libertad de expresión mientras se arresta a dos jóvenes por manifestarse, la negación de una evidente escalada de precios más las que se acumulen en la semana. A estas alturas del partido, Felipe debe reconsiderar y/o recapacitar los simpáticos pronósticos, diagnósticos, estrategias y planes que le están presentando muchos de sus colaboradores más cercanos sobre todo en temas de seguridad nacional… donde le faltan algunos emocionantes sustos. Las medidas para enfrentar lo que está fuera del control presidencial, como lo es la situación económica mundial, debieron ser aplicadas a tiempo. Señales hubo de sobra. De expertos, analistas y parajodas de la vida, desde el mismo Banco de México. El problema es que las grillitas, los celos, la estupidez, la ignorancia, el control de cotos, los deseos de venganza… el miedo y la desmedida ambición de este famoso Gymboree han marcado la agenda presidencial de desaciertos, impericias, ocurrencias, torpezas y muy malas decisiones. Y ayer, my friend, llegó la primera factura... gomezalce@aol.com |
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