Empezaron a llegar a las 9 am. Fueron cerca de 4000 conquistadores entre granaderos, policías de las delegaciones de Xochimilco, Milpa Alta e Iztapalapa, personas de seguridad del Metro, trabajadores de la Delegación de Tláhuac y funcionarios del GDF. Cientos de todos ellos se apostaron en los terrenos que están en disputa en los juicios por paso de servidumbre. Todos formados hombro con hombro nos enseñaban por donde van a correr las vías de la Línea Dorada.
No dejaban salir o entrar a nadie. La gente que vive en el ejido tuvo que resignarse a rogar para que los dejaran pasar o salir del lugar donde viven. No hay forma de convencerlos. Te miran y se ríen, te impiden el paso… Los ejidatarios que poseen parcelas dentro de estos polígonos deseaban entrar a verificar que no fueran tocadas, como en las otras dos ocasiones del 11 de noviembre o 3 de abril, pero eran replegados y desde lejos observaron como derrumbaban la casita de la primera franja del ejido y como los trabajadores del metro saqueaban las laminas y las maquinas tiraban los muros de una de las casas de los ejidatarios que estaban en juicio. Decían a veces en voz alta a los granaderos: todavía no terminan los juicios.
Entre al ejido a las 9:30 y para hacerlo tuve que dar una vuelta de casi cinco kilómetros. En el camino vi decenas de camiones de granaderos apostados en el pedazo de la Av. Tláhuac que le corresponde al pueblo de San Francisco Tlaltenco. Todos parados con cara de alerta. Algunos filmando nuestros rostros. Otros mirando en forma amenazante...
Toda la línea que tomaron a fuerza de tolete y violencia la recorrí. Vi y oí cosas disímbolas: Mujeres adolescentes con los ojos llenos de miedo cuidando sus tierras ejidales con el siguiente lema en los labios “mis papás andan en los tribunales recogiendo el amparo que nos protege contra esto”. Personas de lucha que decían: voy a defender con todo. Funcionarios del GDF tomado café y fingiendo que todo era para nuestro bien. Un funcionario apeidado Cervantes hablando con un niño de 12 años, teniendo detrás a 50 granaderos montados a caballo, convenciéndolo para convencerse le dice “te lo vamos a pagar, no te preocupes”. Flor Canseco, reportera del Milenio, entrevistando al Comisario ejidal Juan Carlos quién se defendía argumentando que los lideres que resguardan el medio ambiente y el ejido de San Francisco Tlaltenco son “una minoría de necios y que las obras van a seguir”.
En el Arco, puerta de piedra de Tlaltenco, pocas decenas de personas intentan tomar una calle en señal de protesta. Los de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal les dicen que no porque pueden ser agredidos. Algunos pobladores les le dicen a la CDHDF que se estaba dando la ocupación de las tierras pese a que existe un amparo y que el día 27 julio se acordó frente al Fiscal del Ministerio Público de Tláhuac, entre los representantes del Metro y los ejidatarios, no hacer ningún movimiento hasta que se llevará acabo la audiencia de tal amparo el día 11 de agosto. La CDHDF llega a 14 horas del día y piden información a los ejidatarios que seguían esperando poder entrar a sus parcelas que ocupa por la fuerza el GDF. La comisión pide se acerque el encargado de la maniobra y se presenta un funcionarios quien indica que los actos son totalmente legales y que no se esta haciendo ninguna violación de los derechos de los habitantes del ejido. Acto seguido los representantes de la CDHDF entran y al resto de los ejidatarios se les niega el paso. Los representantes de la CDHDF salen y señalan que el día 3 de agosto se falló en contra de las ejidatarios y es por eso que los más de tres mil elementos de seguridad venían en compañía de las autoridades del GDF para tomar posesión de esos cuarenta metros de los cuatro juicios que se habían perdido. La gente argumenta que es una vil mentira.
Son casi las cuatro de la tarde. Aparecen dos camiones de Fuerzas Tareas, hombres musculosos de más de 1.80 metros de estatura que quedan a 10 metros. Vienen cargando extintores, vienen casi cubiertos con mascaras anti-gas. Miran a los ejidatarios y se ríen. Luego se meten al ejido. Pasan 10 minutos y recibo una llamada, Héctor Mendoza me pide auxilio: los de Fuerza de tarea quieren entrar a una parcela que no ha vendido, pero no entienden razones, me dice. Se corta la llamada, tomo un transporte y me dirijo a donde intuyo que están. Marco a su celular, se tarda en contestar… entra la llamada… se oyen gritos… se corta la llamada… me tensa el sonido de varias patrullas y paneles que corren en sentido contrario… se acercan… aprieto los puños y los labios… me encomiendo a Dios… se acercan paneles a toda velocidad y con la sirena prendida… me subo a una barda y veo como lo llevan: botas de policías y civiles sobre el cuerpo acostado de Héctor, su cara contra el piso de la panel... se ve otra panel, ocurre lo mismo con el otro compañero llamada también Héctor.
La lluvia y granizo cayó por la tarde. Ya Héctor entraba al Ministerio Público de Tlàhuac. Me meto a la parcela tomada por cientos de granaderos. Camino, no levanto la cara… veo a las adolescentes con las mandíbulas trabadas de miedo, les exigen que saquen sus cosas. Les digo a los que mandan: que valientes contra unas niñas!!! Un funcionario de apeido Cervantes me grita y manotea en la cara: y tú quién eres pendejo!!!. Lo miro a la cara y se le nota el miedo que encubre la barbarie que están cometiendo. Una persona me pide que ayude a sacar las cosas y me toma del brazo.
Una joven de 15 años, estaba muy espantada por la forma en que estas autoridades las estaban presionando, un poblador del ejido negocio con Victor Cadena, funcionario de la Delegación de Tlàhuac, que dejaran a los niños y que sacara sus funcionarios de la parcela pues estos jovencitos no representaban ningún peligro y le pedia que esperaran a sus padres que estaban con el abogado para que les informara del lanzamiento. Cadena argumento que los trabajadores se les iban a ir porque ya era su hora de salida y que era muy tarde, que iban a sacar los muebles y que él les pagaban el costo del cuarto de láminas de cartón. Empieza la lluvia y alguien me pide vaya a otra parte del ejido para hablar con Bojorhes, otro funcionario del GDF que estaba validando la invasión. Nos subimos a la camioneta que más adelante se detiene por la cantidad de maquinas y trascabos que hay en el camino.
Voy con cuatro personas más, empieza el granizo y todo mundo a correr. Me meto en una casa y espero que el agua pase. Al rato salgo y voy de nuevo a ver esas niñas que quedaron atrás. Jamás olvidaré lo que vi: tres niñas corriendo entre el ejido con cientos de granaderos de fondo. Nos ven y gritan: Se llevaron a mi papá y a mi hermano!!!. En el tiempo que nos fuimos llegaron los padres y familia de estas niñas. Intentaron mostrar que todavía no hay sentencia ni de su amparo ni de su juicio, pero se negaron a escuchar los del Metro y se llevaron con golpes a cinco personas, entre ellas a un menor de edad. La madre de ellas nos alcanzó y nos comentó: nadie quiere ver mi amparo!!!! Después nos miró y nos pidió: pueden pedirle al vecino que guarde mis cosas…
La lluvia seguía. Ver a los granaderos y los funcionarios del Metro y del GDF bien cobijados y bien comidos, mientras tres personas y yo levantábamos las cosas de los detenidos: estufa, cama, sillones, trastes que tiradas en la tierra y el lodo eran testigos de la democracia del Sr. Marcelo Ebrard, Jefe del Gobierno del Distrito Federal, nos da a la gente de la ciudad y de San Francisco Tlaltenco. Cargamos y acomodamos lo que pudimos, la noche llegó, sentí tan feo dejar varios borregos, gallinas y conejos junto a tanto granadero hambriento….
P.D. Recibo una llamada: los cuatro presos políticos que deja hoy la acción del Señor Marcelo Ebrard seguirán en el Ministerio Público de Tláhuac mientras se define su situación jurídica.
Agosto 6, 2009
jueves, 6 de agosto de 2009
Las botas de Marcelo Ebrard sobre el rostro de nuestros compañeros: la verdadera historia del señor de la equidad sobre la lìnea 12 del metro
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