Este es el documento que llevamos al segundo congreso ordinario de la APPO, palabra que seguimos enarbolando y buscamos encontrarnos con todos aquellos y aquellas que buscan una nueva sociedad.
Venimos desde abajo, de las calles de la ciudad rebelde, de las barricadas, de los pueblos originarios, de los migrantes, de los discriminados por ser diferentes, de la base conciente que no masa del magisterio democrático de la sección 22.
Venimos del rincón más oscuro y triste del anonimato de la sociedad caduca, eso que los gobiernos, los partidos políticos, los líderes y dirigentes, las vanguardias ya sean de derecha o izquierda llaman “el pueblo”, los de abajo pues. Ese pueblo al que no se ve ni se oye, pero siempre se le puede contar, explotar, desalojar, reprimir, etiquetar, discriminar, conducir y guiar como borregos hacia un futuro feliz de pastoreos eternos bajo los amarillos rayos del sol, comiendo la verde pradera que los lideres, dirigentes, partidos y gobernantes buenamente siembran y riegan para nosotros, mientras ellos, por supuesto, comen manzanas acompañadas de una buena chuleta de borrego.
Venimos los que antes solo hemos sido porcentajes en los procesos electorales, números de votos para los partidos políticos, carne de cañón para los gobiernos modernizadores, cruces anónimas en panteones olvidados, masas para los dirigentes, pero nunca, hasta 2006, pueblos.
Ahora lo somos. Decimos con alegría que somos los pueblos de Oaxaca, porque hemos recuperado la memoria de nuestro origen indígena y hemos recuperado la comunalidad como forma de convivencia social armónica, respetuosa, horizontal entre los hombres y mujeres de una sociedad y porque hemos recuperado la autonomía como la forma de convivencia y relación mas justa entre los pueblos que compartimos el territorio de Oaxaca.
Aun en la ciudad, donde ya no trabajamos la tierra para nuestras familias, sino las maquinas y empresas de los patrones y del gobierno, y donde los valores capitalistas como el individualismo, el egoísmo, el consumismo, el culto al desarrollo y al progreso han permeado nuestras mentes y corazones de indígenas urbanos. En el 2006 de la insurrección, en las barricadas, nos dimos cuenta felizmente que la guerra colonialista de los quinientos años no nos había arrancado totalmente nuestras raíces indígenas, pues en esas noches de lucha, de asesinatos impunes, de las caravanas de la muerte, los valores aparentemente olvidados de nuestro origen indígena se manifestaron poderosamente entre nosotros y nosotras.
La fraternidad, solidaridad, apoyo mutuo, tequio y guelaguetza bajaron desde nuestros pueblos de origen y se instalaron nuevamente entre nosotros y nosotras los indígenas urbanos. Ahora, con la lluvia fresca de la revolución social, nuestra raíz indígena se regenera en nosotros, en lo largo y ancho de nuestro estado, en las ciudades y pueblos, en los campos, fabricas, empresas y escuelas de Oaxaca. Para acabar con quinientos años de explotación, olvido y muerte con que nos han querido exterminar.
Desde 2006 tomamos la determinación irrenunciable de tener el rumbo de nuestros destinos en nuestras manos y no lo vamos a soltar ante ningún mal gobierno represor y asesino como el de Ulises Ruiz, ni ante los grandes capitales transnacionales y nacionales que hoy hacen una guerra de reconquista y despojo contra nuestros pueblos originarios y arremeten contra las conquistas históricas que los pueblos trabajadores de México hemos logrado en la segunda revolución de 1910, pero tampoco entregaremos nuestro futuro a las buenas intenciones de ningún político sea del partido que sea. Solo confiamos en los que somos de abajo, los y las que pusimos las barricadas, los y las que marchamos en el medio o en la cola de las marchas, los y las que caminamos a la capital del país a exigir justicia y dignidad para Oaxaca, los y las que en las comunidades se levantaron junto con nosotros en la ciudad como lo han hecho vez tras vez desde hace quinientos años, los y las que nos tapamos el rostro con capuchas y paliacates para poder tener voz, los y las que pisamos la prisión por ser congruentes con lo que pensamos, los y las que rompimos el silencio al que nos tenían sometidos quinientos años de injusticias y explotación en las radios tomadas en 2006.
Venimos desde abajo y abajo seguimos, pero a diferencia de antes que solo se nos contaba, conducía, reprimía y repartía despensas, ahora venimos a dar nuestra palabra, en ella va nuestro coraje, nuestro compromiso y nuestros sueños.
Venimos ante ustedes, hermanos y hermanas a dar nuestra palabra de porque estamos participando en el segundo congreso ordinario de la APPO, la venimos a compartir con mucha alegría y esperanza con todos aquellos hombres y mujeres que comparten el coraje ante la impunidad y el crimen, la voluntad inquebrantable de mantenerse dignos ante el poder y la corrupción gubernamental, aquellos y aquellas que comparten la idea de la necesidad de un cambio radical y profundo de nuestra sociedad, lo hacemos con la esperanza de encontrarnos con muchos y muchas más que compartan esta necesidad de justicia, libertad, paz y dignidad.
Venimos a encontrarnos con todos aquellos y aquellas que busquen hacer una revolución.
No venimos a encontrarnos con aquellos y aquellas que han cambiado los sueños libertarios por intereses mezquinos, aquellos que antes decían junto con los pueblos justicia y hoy dicen negociación, aquellos que antes hablaban encendidos discursos revolucionarios mirando al cielo y hoy solo hablan de realismo político con la mirada torva y puesta en el suelo, aquellos que antes decían oponerse a Ulises Ruiz y hoy negocian con él, aquellos que antes rechazaban a los partidos políticos y ahora buscan estar en sus listas para diputados federales, aquellos que antes pidieron la desaparición de poderes en el estado y ahora buscan afanosamente formar parte de esos mismos poderes. Nos escucharan, los escucharemos, pero no nos encontraremos. Los caminos de la revolución y de la elección marchan en sentidos contrarios. Un camino busca girar totalmente el orden y el régimen establecido, cambiar la sociedad, el otro apunta a mantener vivo al mismo régimen y sociedad caduca, maquillar con un poco de pintura roja, amarilla o naranja el cuerpo terrible del poder. La revolución es vida, el sometimiento es muerte.
No venimos a encontrarnos con los políticos, que disfrazan sus discursos claudicantes y conciliadores con palabras de pretendida madurez política, extraídas de los diccionarios mas viejos de la política tradicional, como realismo, política de alianzas, negociación o tácticas maduras de lucha. Los agoreros de la derrota se han arrancado a si mismos el derecho de soñar pero lo que es peor, con su desanimo y pragmatismo pretenden arrancarle también sus sueños a muchos hermanos y hermanas más, que los escuchan. A pesar de ellos venimos, pues sabemos que la mayoría de nuestra sociedad, de nuestros pueblos de Oaxaca esta en la búsqueda de un cambio social verdadero y profundo, muy aparte de todas esas viejas formas de la política tradicional.
Venimos aquí porque creemos que la APPO es de los pueblos de Oaxaca, quienes la construimos en 2006 para que fuera el espacio donde confluyeran las luchas honestas que buscan un verdadero cambio social en Oaxaca.
Con ánimo propositivo venimos, con el afán de regenerar nuestro movimiento social, con la voluntad de levantarlo de la postración en que la represión gubernamental y la traición de dirigentes y organizaciones lo han mantenido. Venimos con la voluntad de que la APPO sea llena del espíritu revolucionario y emancipador que abajo y a la izquierda existe poderosamente entre nuestros pueblos y que hasta ahora en ningún espacio de arriba se ha visto reflejado. Que la APPO sea de los de abajo queremos, si eso logramos seguro que la APPO será revolucionaria y radical.
No venimos a pelarnos con nadie por nada, sino a defender el derecho de nuestros pueblos a soñar en una nueva sociedad con justicia, paz, libertad, dignidad, contra los discursos somníferos de los reformistas.
Venimos a hablar de los fines. Nosotros creemos que el fin de la APPO debiera ser los fines de todos los pueblos de Oaxaca, que con sus diferentes calendarios, modos y ritmos, confluyen en la necesidad de derrocar a este régimen de gobierno y a este sistema capitalista y construir una nueva sociedad, un nuevo orden social, con autonomía de los pueblos, ciudades, fabricas y empresas.
Venimos a hablar de los medios para lograrlo, nosotros creemos que debe ser igual de honesto y justo que el fin que se persigue, pues no pude haber buenos fines obtenidos con malos medios, largo y cansado es el camino a la libertad y no hay caminos cortos para lograrlo.
El estado, el régimen de gobierno, el capital no tiene la más minima voluntad de cambiar desde arriba la terrible situación de injusticia, pobreza, despojo y entrega que padecemos. Cuando los pueblos han intentado un cambio social por la vía de las elecciones, los partidos políticos y los candidatos carismáticos, solo desanimo, frustración y desmoralización han obtenido. Escandalosos fraudes han sido impuestos contra el pueblo de México como el cometido por Felipe Calderón, presidente espurio de México en 2006, y a pesar de que una parte valiente del pueblo Mexicano estuvo dispuesta a defender su elección hasta sus últimas consecuencias el candidato moderado y reformista López Obrador estuvo mas ocupado en contener, desviar y al final frustrar las ansias de cambio de millones de mexicanos que en formar parte de la enorme corriente de insurrección y esperanzas que cunde en nuestro país. Por otra parte, cuando candidatos y partidos de izquierda llegan al poder, muy poco o nada se diferencian de la práctica autoritaria, represiva y obediente a los planes y megaproyectos económicos del gran capital transnacional que indistintamente han mostrado todos los gobiernos, ejemplos abundan y hartan.
Cuando los pueblos se han decidido a luchar de manera independiente y pacífica para cambiar un poco la intolerable situación de injusticia social que padecemos, la respuesta del estado ha sido la misma y cada vez peor, la represión, la cárcel, la desaparición forzada y el asesinato. Sicartsa, Chiapas, Atenco, Oaxaca, son los ejemplos mas recientes y dolorosos de la respuesta que tiene lista el mal gobierno a la lucha justa y pacifica de los pueblos, la impunidad es su corolario.
Bien haríamos en entender esto y prepararnos, al ritmo de nosotros mismos, conjuntando los relojes del cambio emancipador de nuestros pueblos, encontrar la hora donde todos ellos se juntan y hacer un gran levantamiento popular en contra del régimen de gobierno, el capital y la tiranía. Mientras tanto organizarnos con nuestras propias formas, haciéndonos fuertes abajo, con autonomía, organización y conciencia.
Al mismo tiempo podemos construir desde ahora con iniciativas y proyectos autónomos que sean las semillas de esa nueva sociedad que queremos.L a construcción activa de nuestro futuro empieza hoy, con la construcción de autonomía en las comunidades y en la ciudad, delimitando el poder del estado y el capital en los espacios territoriales, ideológicos, espacios políticos, espacios de educación donde trabajamos y vivimos y empezar ahí mismo, a ensayar, errar y acertar la construcción de una nueva sociedad donde no sea necesario ningún gobierno, sino que la convivencia social armónica entre los seres humanos sea producto de la solidaridad, fraternidad, respeto, apoyo mutuo y colectivismo.
El modo en que este cambio será logrado dependerá del estado y el capital, del tamaño de su tiranía será el tamaño de la insurgencia de los pueblos. Este camino, seguramente será mas largo, cansado y doloroso que el camino fácil y mediocre que ofrecen los agoreros de la continuidad, del reformismo, de la falsa revolución proletaria, de la dictadura, aunque sea del proletariado.
Venimos a discutir las formas, que nosotros creemos que deben ser las que la APPO decidió asumir desde su formación, las mismas que han practicado las asambleas comunitarias de nuestros pueblos indígenas desde hace miles de años y que es lo que les ha permitido resistir con diferente grado de éxito el avasallaje, el despojo y la tiranía. La horizontalidad, el consenso, el apoyo mutuo, la guelaguetza y el tequio deben ser conservados en la APPO.
Buscamos en este segundo congreso ordinario de la APPO acordar un rumbo y un ritmo con nuestros pueblos para lograr un cambio social verdadero y profundo de nuestra sociedad, no queremos estar nada mas respondiendo a las agresiones o las agendas de cambio de los de arriba sino entre todos y todas, establecer el calendario del pueblo, y las fechas importantes de este, las de la revolución.
Esta es la palabra que venimos a compartir hermanos y hermanas, ojala que en esta fiesta de la palabra nos encontremos muchos y muchas , que esto permita organizarnos, escucharnos, conocernos y al final lograr ese cambio social verdadero y profundo que nuestra sociedad, nosotros y nosotras y las generaciones futuras urgen y necesitamos.
Fraternalmente
Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad
Oaxaca de Magon, Ciudad de la resistencia, Febrero de 2009, año de la reorganización.
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