Pobrecitos mexicanos: tan lejos de Hollywood y tan cerca de Televisa

Iñarritu: traidor a la patria
Eve Gil

¿Estará la mediocridad instalada en los genes de los mexicanos? La pregunta empezó a rondarme hace algunas semanas (ya me había asaltado la duda antes, y creí resolverla), a propósito de lo que pareciera una campaña mediática versus Iñarritu, Del Toro, Cuarón & Company, cineastas mexicanos que cometieron el imperdonable pecado de emigrar a Hollywood donde recibieron oportunidades que ni en sueños encontrarían en su propio país, y no por falta de estructura y de talento, sino de apoyos económicos por parte de un gobierno que no se toca el corazón para pagarle a su obeso secretario de Hacienda cerca de $3,000 diarios, nomás para alimentarlo (el salario, la boutique y la peluquería son gastos suplementarios de su salario de $100.000), y les regatea a los creadores la limosna que les correspondería, sobre todo tratándose de gente de comprobadísimo talento que con tres pesos han montado magníficas obras, y me refiero tanto a los tres antes citados como a Luis Mandoki (que fue el primerito que voló), Carlos Carrera, Marise Sistasch o Juan Carlos Rulfo (que seguramente pronto emigrarán).

Tanto para nuestros sesudos periodistas de espectáculos, doctorados en pornografía (porque lo que ellos hacen al describir los pelos de Niurka es eso: pornografía), como para los exquisitos críticos de cine que son algo así como el equivalente de los castrantes críticos literarios surgidos de la Academia, estos tres cineastas, incluido el escritor Guillermo Arriaga, han cometido un atentado contra la Patria, en el caso de Iñarritu y Cuarón, por subordinarse a Hollywood y dirigir películas habladas en inglés (que fue la mismo reproche que le hicieron a Salma Hayek cuya magnífica interpretación de Frida Kahlo, que Jennifer López difícilmente hubiera emulado con su elocuente nalgatorio que acapara toda la atención, pasó desapercibida… lo importante era que había puesto a Frida a hablar en inglés) y a Del Toro… ¡Ay, Del Toro, cómo te atreves!, a hacer una película con la Guerra Civil Española como trasfondo… ¡con actores gachupines!... ¿Qué le pasa a este adorador de Cortés, ozu?... Una de dos: o la hubiera ambientado en la revolución mexicana, donde resulta poco probable que hubiera niñas cultas como Ofelia tratándose de una sociedad machista que obstaculizaba el acceso a los libros a las mujeres… o hubiera contratado actores mexicanos para emprender la que sería su obra maestra… de tal suerte que, en lugar de Sergi López, por ejemplo, hubiera contratado a Jesús Ochoa…. Y en vez de Maribel Verdú a Arcelia Ramírez... ¿y por qué no a Ana de la Reguera como la mamá de Ofelia?... No, Ana de la Reguera no, porque ya debutó en Hollywood, y además está muy blanquita, ya hasta parece gringuita, no… ¿Qué tal Maya Zapata, que se queja de que siempre la ponen de sirvienta en las telenovelas?... ¿Y qué tal Mario Iván Martínez como el buen doctor?... nomás que le pinten el pelo negro, porque los rubios nos ofenden…Belinda no hubiera podido interpretar a “Ofelia”, lástima, porque también parece gringa… Del Toro hubiera tenido que convocar a un casting de actrices infantiles y elegir a la más autóctona de todas para no ofender la sensibilidad de sus compatriotas, que todavía no se enteran de que estamos tan, pero tan mezclados, que somos mestizos, que, sí, ¡los mexicanos rubios existen…! (rubios naturales, quiero decir, no estoy contando a todas esas multitudes enajenadas y oxigenadas que en vez de dignificar sus bellos rasgos indígenas, pretenden disimularlos con peróxido) y los pelirrojos, y los orientales, y los árabes y los judíos… ay, pero no, nuestro deber es enaltecer lo mexicano, aunque en la calle y en el metro rehuyamos a nuestros indígenas como a la peste y los hagamos creer que es normal pedir limosna; aunque nos pongamos una venda en los ojos cuando se burlan en nuestra propia cara con campañas electorales infames y cifras maquilladas para continuar explotándonos bien y bonito, pero eso sí, estamos en contra de los güeros y de todo lo que huela a gringo…

¿Y qué me dicen del malvado Alejandro González Iñarritu? ¡Ah, Iñarritu, me las vas a pagar!, ¿cómo te atreves a insinuar siquiera que en Estados Unidos existen las niñeras mexicanas que son capaces de arriesgar la vida de los niños que tiene a su cuidado con tal de no perderse la boda de su hijo a efectuarse en el otro lado?, ay, Iñarritu, no tienes madre… y encima de todo contratas a una actriz que salía de sirvienta en las telenovelas, Adriana Barraza, a la que le están haciendo el parote de nominarla al Oscar… ¡nomás porque se atrevió a caracterizar a una tonta-niñera-mexicana!, ¡Si las niñeras mexicanas no existen en los Estados Unidos!... ¡mucho menos las niñeras mexicanas que aman la pachanga y más todavía si se trata del bodorrio de su hijo!, ay Iñarritu, no tienes madre, qué malinche y qué pinche… y encima de todo pones a Gael García hablando como tijuanense… por cierto, ¿son mexicanos los tijuanenses?, qué va, hasta donde se sabe, son más gringos que mexicanos, ¿no?, y tú los pones muy mexicanos, muy de música de banda, muy sombrerudos y botudos… ¿de qué se trata, Iñarritu? ¿Te estás burlando de Nuestro Señor Presidente? (Ex, bendito Dios) ¿Quieres que tus clientes gringos asocien a esos despreciables botudos y sombrerudos con Fox?, qué malora, en serio… y encima de todo nos pones a unos gringos rete bonitos… ¿por qué Brad Pitt, a ver? ¿Por qué no Jack Nicholson o Robert de Niro? Ah no, quisiste endilgarnos a un niño bonito, sin saber que los mexicanos odiamos a los bonitos porque nos consideramos feos y apestosos… cuánta ofensa, Dios mío, e insisto… ¿cómo te atreves a insinuar que los mexicanos somos irresponsables y fiesteros y primero muertos que perdernos una fiesta de quince años o una boda celebrada en el seno de nuestra familia?, ya ni la amuelas, chinga’o….

¡Y tú, Cuarón!... no conforme con producirle su drama gachupín a Del Toro, te mofas de nuestros símbolos patrios en tu Niños del hombre. Para empezar… ¿cómo te atreves a insinuar siquiera que los chilangos son sucios y transas? ¡Porque eso fue lo que trataste de decir cuando dijiste que quisiste recrear tu Londres apocalíptico a imagen y semejanza de la ciudad de México, con todo y sus segundos pisos!, ¡Chale, carnal!... ¡Hasta los segundos pisos te fusilaste, no tienes m…! Y luego toda esa gente descontrolada, apurada, desaliñada, frustrada que, a mí no me engañas, quieres hacer creer al mundo que son chilangos y no londinenses. Deberían nombrarte persona non grata de la ex ciudad de la Esperanza (le acaban de cambiar el nombre, pero todavía no me lo puedo grabar) por decir que reproduces conductas deleznables que, bien sabes, no son propias de los educados, formales y simpáticos chilangos, que ya quisieran nuestro metro tan limpio y reluciente hasta en Tokio… pero tú te complaces en hacernos quedar mal, orillando a Michael Caine a hacer gestos obscenos copiados de nuestra gente de Tepito (y a mucha honra, caray, ¿quién te has creído que eres?)… ¡y hasta con la virgencita de Guadalupe te metes, carnal!, ¿qué es eso de ponerle una medallita de nuestra madrecita morena a esa pelirroja sajona de Julianne Moore? Todo eso sin contar la estampa del Palacio de Bellas Artes que se divisa a través del pulgoso refugio a donde llegan el héroe de la película y la muchacha embarazada a la que pretende salvar… ¿estás insinuando que alrededor de Bellas Artes hay casuchas horribles?... ¡Ay, y todo eso se los muestras a los gringos pa que se burlen de nosotros! ¡Pa que crean que así somos los mexicanos… los chilangos! Tu deber era permanecer en este país, concretamente en esta ciudad, y conformarte con filmar películas de la realidad chilanga (porque fuera de Chilangolandia todo es Estados Unidos) como Me cansé de besar sapos o A un pelito del precipicio, donde se muestra nuestra realidad urbana, mexicana, que es la única que vale… lo que pasa es que ustedes no se conforman, son unos miserables ambiciosos que piden más y más y más, y como el gobierno es pobre, no tiene con qué satisfacer su voracidad, pues se van detrás de los dólares y hasta se declaran “braceros de lujo”. Qué vergüenza, verdá de Dios, mexicanos haciendo películas no mexicanas… ¿dónde se había visto eso? ¿Dónde?...

Ay, en fin, esto es más o menos lo que nuestros paparazzis del tercer mundo y nuestros académicos del cine, enamorados a perpetuidad de los dramas sórdidos de Tepito, les han reprochado a nuestros cineastas… pasan por alto no solo que estos genios no podrían filmar verdaderas obras maestras con los tres pesos que aceptan felizmente los realizadores de los churros antes mencionados, y que no son más que prolongaciones de las churronovelas con las que tienen idiotizado a medio México (por cierto: el final de Lety la Fea sin duda acaparará el rating por encima de la entrega de los Oscares, eso se los puedo jurar)… pierden de vista también que el cine es arte, que los cineastas son artistas y que el arte nunca ha tenido fronteras… y menos que nunca, en este mundo globalizado.

Ah, por cierto… ¿qué se está creyendo ese pinche australiano de Mel Gibson? ¿De donde saca que los mayas realizaban sacrificios humanos?.... ¡Qué ofensa…!