Carmen Aristegui F.
(20 julio 2007).- Cuando uno de los abogados de Zhenli Ye Gon narraba esta semana su versión sobre cómo se fueron acumulando en la casa de Las Lomas los billetes de los 205 millones de dólares que han sido incautados y apropiados por el gobierno mexicano, soltó que aquello olía a pescado podrido. Era la primera alusión directa que se hacía a la experiencia física vivida -presumiblemente por meses- por los habitantes de aquella mansión. Apenas una pincelada para imaginar la coexistencia de la gente con aquella monstruosidad. Ni idea si habrá sido verdad, pero la frase se aprecia por lo sugerente. De hecho la historia entera se la merece. El miércoles se realizó la conferencia de prensa en Washington, con los abogados Martin McMahon y Ning Ye, representantes legales de Ye Gon, el mexicano prófugo acusado de narcotráfico. Él mismo participó por casi una de las tres horas que duró este encuentro, según dijo desde un teléfono público en algún lugar de Estados Unidos. La expectativa generada hizo pensar que podían mostrarse videos, fotos o evidencias contundentes para sostener sus acusaciones. No hubo nada de eso, ya se sabe. Aunque, a estas alturas, tendríamos que reconocer que era una gran ingenuidad suponer que -en la peor circunstancia de Ye Gon- iba a mostrar, en caso de tenerlas, tales evidencias. Serían, por supuesto, la carta más poderosa de una negociación a la que ha apostado todo el tiempo. Por lo pronto, lo que queda es la extraordinaria confusión provocada por la barrera de los idiomas, las inverosímiles situaciones descritas y las audaces, erráticas y deliberadamente contradictorias prácticas de sus abogados en México y Estados Unidos que incluyen difundir, luego negar la autoría y después simplemente dejar la duda sobre el origen y veracidad de la famosa carta de 17 cuartillas que difundió El Universal esta semana o bien presentar una cara esquizofrénica de su cuerpo de defensa. Los planteamientos de sus abogados en Estados Unidos son diametralmente distintos a lo que hace su representación legal en México. Es claro que la estrategia radica en navegar por las procelosas aguas de la confusión. La prensa publicó titulares demoledores: "Sin pruebas, se desinfla el globo del chinogate" (La Jornada); "Ni nombres ni fotos ni videos" (Milenio); "Sin pruebas, Zhenli acusa de fraude al gobierno" (Crónica) o "Petardo, la bomba que anunció Zhenli Ye Gon" (Ovaciones). Reforma optó por no darle su principal y consignar: "Hacen en Washington show de enredo chino". En las coberturas se destacó mucho más la declaración de McMahon diciendo que no es ningún mago y que él no podría sacar de un sombrero tales evidencias. Que las tiene la PGR. Contrasta la poca difusión sobre el dicho de Ning Ye, quien dijo ahí mismo que su cliente está amenazado de muerte; que tiene 38 DVD's en 35 lugares confidenciales; que ya está preparado y que hizo su testamento. Que si lo matan ya les dijo a sus abogados que en 24 horas darán a conocer todo. Tampoco se le dio importancia al momento en que Ning Ye presentó "la prueba más dramática y emocionante" en donde, de forma más bien confusa, relató un hecho que habría ocurrido en Las Vegas, tres días después del pasado 2 de julio, día en que se difundió la entrevista de Ye Gon con la agencia AP. Dijo que cuatro agentes presuntamente antinarcóticos atentaron contra alguien de nombre John pero, al parecer, no iban contra él "sino que iban por nuestro cliente". Alegaron nuevamente que se había engañado a todo el mundo con la historia de la efedrina y acusaron a la PGR de fabricar y destruir evidencia para hacerlo pasar como narcotraficante. "Ese dinero no es de la droga. Son fondos ocultos para financiamiento de campañas", insistieron. Ye Gon deja -con una credibilidad maltrecha- la información de que un amigo suyo tiene videos y fotos, que hay más personas relacionadas con los 205 millones de dólares y que tiene vínculos con políticos que no es momento de revelar, ahora que está acusado de narcotraficante. Veremos. Los datos duros hablan de la incautación de dinero más grande de la historia y del decomiso de 19 toneladas de efedrina, que Ye Gon alega que no era tal, sino una sustancia intermedia ahora permitida por la ley y cuya prueba forense habría sido alterada para hacerla pasar como prohibida, y convertir a Zhenli en narcotraficante. Prueba de ello es que provenía de Long Beach. No deja de llamar la atención el silencio mostrado por Estados Unidos hasta el momento sobre este caso. Lo más que se ha visto fue una extraña incursión de un fiscal antinarcóticos a las instalaciones de CNN en Atlanta para preguntar si estaba ahí el famoso Zhenli. Por lo pronto, me quedo con un punto que surge con fuerza planteado por el especialista Samuel González: ¿quiénes permitieron durante los últimos cuatro años el ingreso legal a México de volúmenes de efedrina que excedían notablemente las necesidades reales de la industria farmacéutica, a pesar de que existían numerosos llamados de atención de organismos internacionales por este fenómeno? ¿Quién permitió la llegada legal de esta sustancia que no sólo se convertía en antigripales sino en cantidades enormes de metanfetaminas? La Secretaría de la Función Pública promete investigar. Veremos qué resulta y hasta dónde llegan.
(20 julio 2007).- Cuando uno de los abogados de Zhenli Ye Gon narraba esta semana su versión sobre cómo se fueron acumulando en la casa de Las Lomas los billetes de los 205 millones de dólares que han sido incautados y apropiados por el gobierno mexicano, soltó que aquello olía a pescado podrido. Era la primera alusión directa que se hacía a la experiencia física vivida -presumiblemente por meses- por los habitantes de aquella mansión. Apenas una pincelada para imaginar la coexistencia de la gente con aquella monstruosidad. Ni idea si habrá sido verdad, pero la frase se aprecia por lo sugerente. De hecho la historia entera se la merece. El miércoles se realizó la conferencia de prensa en Washington, con los abogados Martin McMahon y Ning Ye, representantes legales de Ye Gon, el mexicano prófugo acusado de narcotráfico. Él mismo participó por casi una de las tres horas que duró este encuentro, según dijo desde un teléfono público en algún lugar de Estados Unidos. La expectativa generada hizo pensar que podían mostrarse videos, fotos o evidencias contundentes para sostener sus acusaciones. No hubo nada de eso, ya se sabe. Aunque, a estas alturas, tendríamos que reconocer que era una gran ingenuidad suponer que -en la peor circunstancia de Ye Gon- iba a mostrar, en caso de tenerlas, tales evidencias. Serían, por supuesto, la carta más poderosa de una negociación a la que ha apostado todo el tiempo. Por lo pronto, lo que queda es la extraordinaria confusión provocada por la barrera de los idiomas, las inverosímiles situaciones descritas y las audaces, erráticas y deliberadamente contradictorias prácticas de sus abogados en México y Estados Unidos que incluyen difundir, luego negar la autoría y después simplemente dejar la duda sobre el origen y veracidad de la famosa carta de 17 cuartillas que difundió El Universal esta semana o bien presentar una cara esquizofrénica de su cuerpo de defensa. Los planteamientos de sus abogados en Estados Unidos son diametralmente distintos a lo que hace su representación legal en México. Es claro que la estrategia radica en navegar por las procelosas aguas de la confusión. La prensa publicó titulares demoledores: "Sin pruebas, se desinfla el globo del chinogate" (La Jornada); "Ni nombres ni fotos ni videos" (Milenio); "Sin pruebas, Zhenli acusa de fraude al gobierno" (Crónica) o "Petardo, la bomba que anunció Zhenli Ye Gon" (Ovaciones). Reforma optó por no darle su principal y consignar: "Hacen en Washington show de enredo chino". En las coberturas se destacó mucho más la declaración de McMahon diciendo que no es ningún mago y que él no podría sacar de un sombrero tales evidencias. Que las tiene la PGR. Contrasta la poca difusión sobre el dicho de Ning Ye, quien dijo ahí mismo que su cliente está amenazado de muerte; que tiene 38 DVD's en 35 lugares confidenciales; que ya está preparado y que hizo su testamento. Que si lo matan ya les dijo a sus abogados que en 24 horas darán a conocer todo. Tampoco se le dio importancia al momento en que Ning Ye presentó "la prueba más dramática y emocionante" en donde, de forma más bien confusa, relató un hecho que habría ocurrido en Las Vegas, tres días después del pasado 2 de julio, día en que se difundió la entrevista de Ye Gon con la agencia AP. Dijo que cuatro agentes presuntamente antinarcóticos atentaron contra alguien de nombre John pero, al parecer, no iban contra él "sino que iban por nuestro cliente". Alegaron nuevamente que se había engañado a todo el mundo con la historia de la efedrina y acusaron a la PGR de fabricar y destruir evidencia para hacerlo pasar como narcotraficante. "Ese dinero no es de la droga. Son fondos ocultos para financiamiento de campañas", insistieron. Ye Gon deja -con una credibilidad maltrecha- la información de que un amigo suyo tiene videos y fotos, que hay más personas relacionadas con los 205 millones de dólares y que tiene vínculos con políticos que no es momento de revelar, ahora que está acusado de narcotraficante. Veremos. Los datos duros hablan de la incautación de dinero más grande de la historia y del decomiso de 19 toneladas de efedrina, que Ye Gon alega que no era tal, sino una sustancia intermedia ahora permitida por la ley y cuya prueba forense habría sido alterada para hacerla pasar como prohibida, y convertir a Zhenli en narcotraficante. Prueba de ello es que provenía de Long Beach. No deja de llamar la atención el silencio mostrado por Estados Unidos hasta el momento sobre este caso. Lo más que se ha visto fue una extraña incursión de un fiscal antinarcóticos a las instalaciones de CNN en Atlanta para preguntar si estaba ahí el famoso Zhenli. Por lo pronto, me quedo con un punto que surge con fuerza planteado por el especialista Samuel González: ¿quiénes permitieron durante los últimos cuatro años el ingreso legal a México de volúmenes de efedrina que excedían notablemente las necesidades reales de la industria farmacéutica, a pesar de que existían numerosos llamados de atención de organismos internacionales por este fenómeno? ¿Quién permitió la llegada legal de esta sustancia que no sólo se convertía en antigripales sino en cantidades enormes de metanfetaminas? La Secretaría de la Función Pública promete investigar. Veremos qué resulta y hasta dónde llegan.
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