lunes, 30 de abril de 2007

Entre Fox, el 2 de julio y el narcotráfico - Marcela Goméz Zalce

• La otra batalla
• Trincheras


Hoy más que nunca, mi estimado, el que se ríe se lleva y el que se lleva se aguanta. El ocurrente protagonismo de Vicente Fox con sus originales declaraciones son dardos envenenados hacia Felipe Calderón y que ya nadie se haga demasiadas bolas.

Fox, my friend, trae agenda. Y cómo no traerla si conoce perfectamente bien el círculo de impunidad que desencadenó una inmensa ola de corrupción, amiguismo, un despiadado tráfico de influencias y travesuras solapadas desde la cabañita acogedora por aquellos amigos cercanos, por hermanos y jijos incómodos de la tristemente celebre familia presidencial. Y cómo no saber al dedillo del importantísimo poder que siempre da tener como aliado a la oscura PGR para perseguir y confeccionar expedientes a la medida para joder al enemigo.

Botones de esa mercería foxista, desafortunadamente, querido lector, sobran. Fox siempre supo, gracias a su ambiciosa compañera Marta Sahagún, la necesidad de encontrar su propio rinconcito tenebrosón como trinchera de resguardo a raíz de la estrepitosa derrota de Santiago Creel, la farsa de irse al rancho y alejarse de la vida política fue solo una cortina de humo para evitar que sus adversarios y rivales conocieran los pormenores de su divertido plan.

Hace algunas lunas que Fox desafía a Calderón con el pretexto de sus inescrupulosas conferencias, sus amenos viajes o estridentes declaraciones internacionales pero hoy, curiosamente, lo hace con ese distintivo cinismo apostando a que, presionado, el segundo pierda los estribos y la paciencia dada su bien ganada fama de tener la mecha corta. La atractiva pregunta es por qué el ex presidente ha escogido el timing para la seductora embestida que origina un extraño y grotesco bailoteo de declaraciones entre el rebañito azul que ya da entretenidos síntomas de enloquecida jauría.

Si le agrega el reciente y muy simpático balconeo mediático, cual puntita del iceberg, que ya emerge del gobierno federal sobre la lista de los nombres de los millonarios agraciados durante la pasada administración, la dupla Fox-Sahagún sabe (not so deep down) que tarde o temprano ese fuego amigo tocará a la puerta de la polémica familia. Y quizá en su debido momento, con un leverage y satus quo instituido, las condiciones para la negociación serían más favorables.

Favorables, of course, para salvar a la estirpe, mi estimado, porque al ritmo en que the shit is hitting the fan salpicando por doquier, ni el cochinero desplegado el 2 de julio alcanzará para obtener impunidad, perdón, salvavidas para todos.

Los hoyos negros amenazan el cielo azul y ni la voluntad del hoy inquilino de Los Pinos podrá ser suficiente para tapar el sol con un dedo.

Corrupción sigue siendo el término mexicano de moda. Entre Petróleos Mexicanos, SEP, Fonden, Fonatur, Capufe, Aduanas, la SCT (con la ampliación de la terminal en el Aeropuerto de la Ciudad de México), atrayentes fideicomisos y lo que se siga sumando, la danza de los millones en manos de unos cuantos es, sencillamente, aterradora.

Fox aparece en momentos donde el gobierno está muy lejos de consolidarse. Al contrario. Su vulnerabilidad crece ante el embate de la delincuencia organizada que suma y suma ejecuciones con el paso de los días amén de la otra batalla, la interna por supuesto.

La primera mantiene a Felipe Calderón y su Gymboree entre agobiado, temeroso y preocupado. La ola criminal amaga con ser tsunami muy pronto y arrastrará a varios al precipicio.

Y en la segunda es demasiado conocido los niveles de tensión, animosidad y resentimiento. En ambas luchas Calderón se juega su resto. Y se nota. Entre el 2 de julio y los barones de la droga. Por eso la perversidad de Fox y su timing, pues. Ni más, my friend, pero ni menos.

Por la Mirilla

El pasado viernes la Embajada de Israel celebró su Independencia en el hotel Presidente Intercontinental. El evento pudo haber pasado desapercibido si no hubiera sido por el impune aparato de seguridad desplegado ante los ojos atónitos de huéspedes que veían desfilar policías y grotescos personajes dignos de juego de X-Box. Con decirle que hasta francotiradores vigilaban, a la vista de todos, la entrada al hotel donde múltiples veces ha estado Calderón sin causar estos niveles de protesta, crítica y enojo. La de cajón: ¿De qué tamaño es el miedo señor embajador..? En fin, sume otro tache más…

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