Editorial de Diario Libertad
Siguiendo los lineamientos de una globalización que ha desbaratado nuestras raíces y empobrecido a la Patria, la llamada propuesta Reforma Fiscal de Calderón denota a las claras que el Usurpador y su rollizo Secretario de Hacienda están más preocupados por la inversión extranjera que por la situación real de nuestro México.
Y aunque pretenden aumentar la recaudación pretendiendo que el ambulantaje, producto del desempleo, aporte lo suyo; es decepcionante que no se prevea mano dura contra los grandes evasores.
Que dicho sea de paso, son ayudados desde las propias instancias gubernamentales, a través de nefastos y conocidos individuos como Diego Fernández de Cevallos, que siendo Senador de la República (¿República; cuál República? aquí no hay división de Poderes) se encargaba de que se les devolvieran a los particulares los dineros que eran ya del Erario.
Mas el problema de fondo no es si se podrán aumentar los empleos y con ellos la recaudación fiscal; lo que dadas las actuales circunstancias signadas por la violencia y la anarquía, es de dudarse que se pueda llevar a cabo.
Y tampoco es de gran importancia el que se sepa a dónde irían a parar los fondos recaudados, pues la experiencia nos dice que “desaparecen” en manos de nuestros poco honorables servidores públicos y sus socios.
Como desaparecieron en el sexenio de Vicente Fox casi, ¡32 millones de barriles de petróleo! que nadie sabe en dónde están (¿?) y que al precio de venta representan una fabulosa cantidad de dinero.
El verdadero problema que se afronta es la absoluta falta de credibilidad hacia todas las instancias gubernamentales (y todos los políticos) que ven el servicio a la Patria como un negocio, no como un honor y una obligación.
Sin soslayar que a los ambulantes que quiere acosar el señor Carstens para que paguen impuestos, por regla general venden “fayuca”, es decir, mercancía ilegal (que no paga impuestos).
Y que entra por las mismas aduanas que son su directa responsabilidad, pues de la Secretaría de Hacienda que él maneja de pende la Dirección General que las controla.
Siguiendo los lineamientos de una globalización que ha desbaratado nuestras raíces y empobrecido a la Patria, la llamada propuesta Reforma Fiscal de Calderón denota a las claras que el Usurpador y su rollizo Secretario de Hacienda están más preocupados por la inversión extranjera que por la situación real de nuestro México.
Y aunque pretenden aumentar la recaudación pretendiendo que el ambulantaje, producto del desempleo, aporte lo suyo; es decepcionante que no se prevea mano dura contra los grandes evasores.
Que dicho sea de paso, son ayudados desde las propias instancias gubernamentales, a través de nefastos y conocidos individuos como Diego Fernández de Cevallos, que siendo Senador de la República (¿República; cuál República? aquí no hay división de Poderes) se encargaba de que se les devolvieran a los particulares los dineros que eran ya del Erario.
Mas el problema de fondo no es si se podrán aumentar los empleos y con ellos la recaudación fiscal; lo que dadas las actuales circunstancias signadas por la violencia y la anarquía, es de dudarse que se pueda llevar a cabo.
Y tampoco es de gran importancia el que se sepa a dónde irían a parar los fondos recaudados, pues la experiencia nos dice que “desaparecen” en manos de nuestros poco honorables servidores públicos y sus socios.
Como desaparecieron en el sexenio de Vicente Fox casi, ¡32 millones de barriles de petróleo! que nadie sabe en dónde están (¿?) y que al precio de venta representan una fabulosa cantidad de dinero.
El verdadero problema que se afronta es la absoluta falta de credibilidad hacia todas las instancias gubernamentales (y todos los políticos) que ven el servicio a la Patria como un negocio, no como un honor y una obligación.
Sin soslayar que a los ambulantes que quiere acosar el señor Carstens para que paguen impuestos, por regla general venden “fayuca”, es decir, mercancía ilegal (que no paga impuestos).
Y que entra por las mismas aduanas que son su directa responsabilidad, pues de la Secretaría de Hacienda que él maneja de pende la Dirección General que las controla.
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